Madera, cristal, hierro, una cubierta de teja árabe guardando secretos del pasado, la calzada, ésta aunque en malas condiciones, pues sigue guardando el paso original, aquel que en su tiempo acogía animales de tiro, paso de rebaños y soñadores caminantes admirando un paisaje difícil de describir por su belleza.
Al otro lado de ésta, la libertad se abre paso desde el principio de los tiempos, asentada y consolidada como la auténtica e insustituible inquilina natural.
Cuanta vida habrá visto estos parajes frescos, cuantos amores y desamores, cuantas luchas feroces, sangrientas, cuanta humildad, cuanta paz.
Irremplazable desde la brizna hasta el más poderoso Mugo, gigantes, enanos, todos ellos conforman una magia con una belleza tal, que es indescriptible.
Y todo frente a mí, me acojona su fuerza.
Puedo escuchar el sonido de la vida, el alma de la naturaleza como sortea inagotable y desafiante, todos y cada uno de sus obstáculos.
Al otro lado del valle las praderas en su máximo esplendor, dejan entrever tímidamente quien gobierna, quien regenta, quien manda sobre el abrupto paisaje…
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Don Jaime, con sus caballerías ornamentadas agudizando sobre el paisaje, estrategias de futuras defensas.
Mientras, el pueblo minero avanzaba en la explotación para sustento de familias, cuyo destino era además, el de proteger el reino de futuros invasores en estas tierras de gran belleza a la vez que áridas.
Esto ocurría en primavera, cuando los campos desprenden a borbotones esa magia que enamora al hombre actual, pero que en aquella época era lo más normal para un ser que apenas si había comenzado a caminar…
(Y así describe Jacob el amor por su tierra antes de entrar en lucha por su libertad).
“Aquí nací y sé que mi alma, este donde este si muero, regresará y querrá ser nieve y querrá ser viento y lluvia, para así alimentar el ciclo natural de la vida, como debe ser. Pero mientras tanto lucharé a mi manera, por mi gente y al lado de ésta, hombro con hombro. Porque aquí nací y aquí será donde mi alma repose… en libertad”
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Uno puede imaginar lo que desee, escribir sobre lo que más le guste, pero si a esto le añades tenerlo frente a ti, ser espectador privilegiado utilizando todos los sentidos, incluso los ocultos que poseemos, les puedo asegurar que esa belleza de tal dimensiones, no se puede explicar sobre papel.
© Jesús Roqueta 2015 ©
© Jesús Roqueta 2015 ©