Nunca se puede decir nunca, pero el fruto de su esencia creo que no volveré a saborearlo nunca más, estuvo el tiempo necesario para dejar en mi algo indescriptible, algo que se salía de lo normal, algo que no era de este mundo.
Sólo el simple roce de sus labios en mi mirada,
hacía estremecer todo mi cuerpo.
Es ese aroma que me devuelve a la vida,
ese que perdurará en mi por siempre.
Su mirada,
su mirada endulzando la vida,
su cuerpo... perfecto, precioso,
poseído de lujuria y pasión oculta,
solo desatado al secuestro del placer de sus labios,
incendiando nuestros cuerpos con las manos...
intentando planear melodías de caricia.
Con encanto venía y poseía mis sueños,
capaz de detener el tiempo con su presencia,
tan solo con esta...
porque entonces solo eramos uno,
y nuestro idioma con el silencio, era el mismo,
aunque triste con tu marcha,
espero que vuelva la noche
se que la espera será larga,
pero entre tanto
volveré a recordar su mirada.
Jesús Roqueta