Me vuelvo allá donde me hubieran querido
ese lugar de donde el rencor no tiene cavidad
donde poder escuchar mi borbotón de lágrimas.
Humilde destino con cualquiera, de todo y de nada
ese que aprieta mientras te deja respirar en lo profundo.
¡Despierta! - tarde aunque parezca, ni lo es, ni lo será,
sonriente acechando cual niño abrazando a su madre
este desconocedor del sentido de la vida, pero sabe
si que sabe y desconoce, mas en su anteayer supo.
Escuchar el destino sonriente, que vuelve con su arma
El destino que conocemos y vemos incrédulos
es el niño que nos sonríe y nos atranca a la vez
en un acto de despropósito con su burla inocente.
La sonata vital amarga de una madrugada profunda
anda buscando refugio en todos esos corazones intensos
los puros son apartados para refugio sincero y amable
de una mejor vida, aquella ya pasada, aquella vivida.
El rencor queda atrapado tras ese cristal empañado
con mirada perdida repican una y otra vez todas.
Me vuelvo allá donde me hubieran querido
ese lugar en el que poder escuchar mis lágrimas.
© Jesús Roqueta 2015 ©